Microsoft consigue la aprobación de su formato OOXML como estándar ISO

Reproduzco, por su interés, e-mail de un viejo amigo:

"Microsoft consigue la aprobación de su formato OOXML como estándar ISO"

Y muchos pensaréis: ¿y a mí qué me importa? Si es así, pulsad el botón de "Eliminar" directamente y seguid viendo vídeos en Youtube, leyendo el Marca, viendo powerpoints chorras o reenviando correos en cadena.
Para todos los demás, intentaré explicaros en qué nos atañe y por qué es un fraude y una tomadura de pelo el que se haya aprobado este formato de fichero.
En primer lugar, para muchos a los que las palabras "formato de fichero" no les dicen nada, una breve explicación... Un formato de fichero describe cómo se guarda la información con la que nosotros trabajamos. En el caso de un fichero de una suite ofimática, define cómo almacenar los documentos de texto (el propio texto, las fuentes, tamaños de letra, alineación, etc.) y cómo recuperarlos. Es decir, después de que escribáis una carta con el "Word" (ponga aquí el programa que use, aunque para la mayoría de la humanidad sólo exista el susodicho Word) y pulsáis el botón de guardar, la información que veis en la pantalla se traduce a una tira de bytes que se guardan en el disco duro. Si días más tarde queréis abrir ese fichero donde habéis guardado vuestra carta o CV en otro ordenador, deberéis usar un programa que sea capaz de interpretar esa tira de bytes y mostraros el texto tal y como vosotros lo habíais creado días atrás.
La situación actual es que existe una herramienta (Word) que se viene usando desde tiempos inmemoriales y que trabaja con un formato de fichero (.doc) que SÓLO MICROSOFT conoce en su totalidad. Esto quiere decir que todo aquél que quiera trabajar con este tipo de ficheros que, dada la posición de monopolio de esta empresa se ha convertido en un estándar de facto, deberá usar las herramientas de Micro$oft (pagando) o desarrollar sus propias aplicaciones y usar las librerías de Micro$oft que permiten procesar dichos ficheros (cómo no, pagando). Muchos pensaréis que esto no es un problema porque, total, yo me bajo el ultimísimo Office del eMule/Torrent/Pando/Ares/Lo-que-sea gratis y me lo instalo, o llamo a mi primo/amigo/conocido/compañero-de-trabajo que lo tiene y me lo pasa sin ningún problema, y todos tan contentos. Esto, en primer lugar, es ilegal. Y, en segundo lugar, inmoral. Pero, ¿por qué creéis que vosotros podéis bajaros esos programas, o conseguirlos por los medios que sean, sin mayores problemas? La respuesta es muy sencilla: Micro$oft no gana dinero con el mercado doméstico. Los grandes contratos se firman con empresas e instituciones públicas, que no pueden permitirse tener software pirata en sus ordenadores.
El tema es que, durante muchos años, Micro$oft se ha embolsado una pasta gansa a costa de nuestros impuestos (el que quiera que eche un ojo a los presupuestos del estado y que flipe con el dinero que se gasta en licencias de software de esta empresa) pero, cada vez más muchos gobiernos se están planteando cambiar el formato de trabajo de sus instituciones a un formato ESTÁNDAR y ABIERTO. Este estándar existe desde bastante antes que el de Micro$oft y se llama OpenDocument. Cualquiera puede hacer una aplicación que implemente el soporte de este formato de manera totalmente LIBRE y GRATUITA, por lo que los beneficios de usar los programas de Micro$oft son cada vez menores y la justificación de su uso se hace cada vez más difícil. Muchas instituciones han migrado con mayor o menor éxito a este formato (la junta de Extremadura lo usa desde hace tiempo y la de Andalucía está en ello, aunque en Madrid lo tenemos crudo, porque nuestra señora presidenta se lleva muy bien con la directora de Micro$oft Iberia. ¿Por qué será?), aunque en muchos casos, después de estar aprobada esta migración, algunas de estas instituciones tuvieron que recular ante las presiones de Micro$oft (pasó por ejemplo con la administración alemana). Y es que, si se usan estándares abiertos, las comisiones que cobran los políticos por recomendar el uso de la tecnología de Micro$oft desaparecen, y éstas son muy jugosas.
Y ¿cuál es la respuesta de esta empresa ante la tendencia cada vez más fuerte que aboga por el uso de estándares abiertos? Muy fácil: proponer su propio estándar. Y, que conste, que el que una empresa proponga estándares no es intrínsecamente malo. El problema viene cuando esos estándares son incompletos, ambiguos y permiten ocultar la implementación de muchas funcionalidades mediante triquiñuelas técnicas que los políticos de turno no alcanzarían a entender ni en un millón de años. Pero no importa, se supone que para eso está la ISO (International Standards Organitazion). Para que sus expertos evalúen la conveniencia de que una especificación, en este caso la de un formato de fichero, se convierta en un estándar.
En septiembre del año pasado se realizó una primera votación por parte de los expertos de la ISO, que resultó negativa para los intereses de Micro$oft. Sin embargo, esta semana, contra todo pronóstico, el estándar OOXML ha sido aprobado por la misma organización que lo rechazó hace 6 meses. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Desde luego, no la especificación del estándar, y sí el patrimonio de muchos miembros de los comités técnicos que evaluaban la idoneidad o no de este formato.
Para los que quieran echarse unas risas (por no llorar) con las irregularidades de este procedimiento, echadle un vistazo a este enlace:
http://www.openxml.info/index.php?option=com_content&task=view&id=27&Itemid=7
Una vez aprobado el estándar, las voces que se alzaban criticando el uso de un formato no estándar en las administraciones pierden fuerza, y los politicuchos de turno pueden seguir cobrando sus comisiones mientras una ingente cantidad de NUESTRO dinero se lo lleva una empresa, dinero que podría ser dedicado, seguramente, a mejores causas.
Lo único que nos queda por hacer, a los que nos importe lo más mínimo todo lo anterior, es rechazar el estándar, simplemente, no usándolo. Y es que, aunque muchos no lo sepan, hay mundo más allá del Office, empezando por OpenOffice, pasando por StarOffice y continuando con GnomeOffice (Abiword, Gnumeric, etc.). Todas ellas con versiones tanto para Windows como para Linux.
En fin. Gracias a los que hayáis llegado hasta aquí. Ahora sólo pensad, cada vez que uséis el M$ Word, en los cientos de millones de euros que cada año se gasta nuestro gobierno (multiplicad por la cantidad de gobiernos del mundo más todas las empresas que los usan) en licencias y que podrían usarse para otras cosas.

by Toni, un conocido, me llegó por mail

1 comentarios:

Togusa dijo...

Sin saber las ventajas de ese estandar frente al resto de opciones, me cuesta leer un texto en que ya de entrada se escribe continuamente Micro$oft y pensar en su imparcialidad.