Stonehenge

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Finalmente voy a escribir sobre mis impresiones en la famosa Stonehenge Solstice Party.
Stonehenge es un monumento neolítico de tipo Cromlech, de la Edad de Bronce, situado cerca de Amesbury, al sur de Inglaterra. La "celebración" del solsticio de verano congrega allí a más de 25.000 personas cada año, con el objetivo final de ver el amanecer en tan mágico lugar.
Al parecer, en un principio, el festejo tenía un tinte hippy, por las connotaciones místicas que posee el lugar como complejo ceremonial y cementerio. Actualmente, tal y como yo lo pude apreciar, se ha convertido en un espectáculo masificado más, dónde la gente se agolpa con el único fin de de aguantar toda la noche bailando al son de los diferentes ritmos musicales, gracias a las drogas y el alcohol. La mayoría de los asistentes eran jóvenes ingleses de dieciséis a treinta y tantos años, con lo que exceptuando alguna pareja joven que se acercaba por allí con sus hijos de tres años (sí, allí en Inglaterra debe ser de lo más normal...) y algún que otro "dinosaurio" hippy, el ambiente era bastante parecido al de los macro-botellones tan comunes por aquí. La verdad, es que resultaba muy chocante ver a gente que no se mantenía en pié al lado de familias que iban paseando con sus niños entre el gentío como si fuese el zoo, observando a los "colgaos" como el que mira un mono en el circo, era surrealista. Al parecer, esto sólo se explica por la gran tolerancia, compresión y paciencia que muestran los ingleses hacia los típicos borrachos pesados que hay en cualquier pub de su país. A mi parecer hay demasiados, y encima gritones y charlatanes...
La policía se encontraba organizando el parking y el acceso al recinto, su comportamiento y organización fueron ejemplares, a mi parecer entendían el carácter de la celebración, su finalidad, y no se ocupaban más de que velar por la tranquilidad del evento, controlando sólo a los que iban muy pasados o a las personas de asociaciones "ecologistas" que se manifestaban contra el uso del monumento como "discoteca". No se complicaban la vida, ni cacheos exhaustivos, ni meterse a controlar lo que se montaba en el barullo.
Lo que fue mi experiencia... pues... inolvidable! inolvidable por la gente con la que fui y con la que quedamos allí; inolvidable por el sitio que es realmente mágico; nunca olvidaré cuando toqué una de esas enormes piedras; inolvidable por el ambiente, la gente y por la música de los hippies que no pararon de animar a la muchedumbre con sus variopintos instrumentos durante toda la noche; pero también fue inolvidable porque no paró de llover, porque de lo que llovía no se vio ni un rayo de Sol con el amanecer, porque del coche a las piedras había dos kilómetros de césped, rocas y barro, porque a las ocho de la mañana te das cuenta de que estás empapado y que aguantar más tiempo así, es una solemne gilipollez.... resumiendo, fue una soberana paliza. El resto del viaje también lo fue, pero no llovió tanto.
En resumen... que si hubiese salido realmente el Sol, hubiera sido insuperable! Por lo demás, podría asegurar que jamás volveré, y mucho menos si no estoy segurísimo de que el tiempo va a ser excelente.